martes, 25 de mayo de 2010

La huelga de hambre del Sindicato de Electricistas cumple 30 días



José Antonio Almazán

González

Rebelión


Próxima a cumplir los críticos 30 días, la digna huelga de hambre del Sindicato Mexicano de Electricistas sufre el embate de un gobierno dispuesto a todo para exterminar a un sindicato democrático que constituye un obstáculo formidable para privatizar la industria eléctrica nacionalizada y entregar el multimillonario negocio de la fibra óptica y las redes eléctricas a la oligarquía mexicana y empresas trasnacionales. Por un lado estrechan el cerco informativo con el que se busca acallar las razones de la huelga de hambre, a la par que aceleran los preparativos para encarcelar a los dirigentes del SME, acusándolos de sabotaje, y levantar la huelga para crear las condiciones de un fallo adverso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sin embargo a Felipe Calderón no le salen bien sus cálculos políticos, hoy trastocados por el secuestro del Jefe Diego.

¿Quienes son esos heroicos trabajadores que han resuelto exponer su salud y su vida en una huelga de hambre? En una sencilla encuesta aplicada al inicio de la misma los huelguistas nos dan sus respuestas. Son 80 en el Zócalo de la ciudad de México y 13 en Toluca, con edades que van de los 20 a los 58 años y antigüedades laborales en Luz y Fuerza del Centro que van de los cinco años hasta otros que estaban a la espera de una merecida jubilación. Los huelguistas del SME, 80 hombres y 13 mujeres, son el reflejo fiel de un sindicato con historia y tradición que se niega a rendirse, dispuesto a luchar hasta sus últimas consecuencias, por la vía pacífica; haciendo uso de las garantías individuales consagradas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero negadas y pisoteadas sistemáticamente por un gobierno cínico y represor.

De los 93 huelguistas del SME la gran mayoría son casados, con dos o tres hijos que dependían económicamente del salario que percibían sus padres y madres, cuyo trabajo les fue arrebatado criminalmente por el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro firmado por Calderón el 11 de octubre de 2009. Todos excelentes trabajadores, expertos técnicos en redes eléctricas, otros ingenieros, oficinistas, operadores de equipo, linieros, mecánicos, ayudantes, operadores de subestaciones, cuya experiencia y formación profesional es menospreciada por Calderón y su pianista fracasado.

Como lo cuentan los huelguistas del SME, al ser despedidos injustificadamente perdieron todo, y sus proyectos de vida, sus sueños y esperanzas, fueron brutalmente trastocados. ¿Cómo han sobrevivido estos más de siete meses los trabajadores que no sucumbieron a la campaña de linchamiento y liquidación voluntaria? La lista es larga: echando mano de los ahorros para los pocos que lo tenían. Vendiendo sus pertenencias personales. Ajustando la dieta, es decir, comiendo menos y de menor calidad nutritiva. Cambiándose a una vivienda más modesta que la que tenían. Vendiendo tortas, jugos, comida, tacos, dulces, cigarros. Haciendo chambitas temporales en la enorme variedad de la llamada economía informal. Contando con el apoyo y solidaridad de la familia. Algunos, muy pocos, consiguiendo otro trabajo, pues la mayoría son rechazados por el simple hecho de haber laborado en Luz y Fuerza del Centro.

¿Qué llevó a las mujeres y los hombres electricistas a tomar la decisión de la huelga de hambre? Para el gobierno la respuesta sigue siendo un misterio, pues ese sentimiento no lo conocen ni comprenden, y menos lo practican, cegados como están por entregar el patrimonio nacional energético. Para los 93 huelguistas del SME, así como para los 18 mil trabajadores no liquidados, la respuesta es muy sencilla. La dignidad. Para no ser pisoteados y humillados. En defensa de sus derechos laborales legítimamente conquistados. Para defender y recuperar su trabajo. Para poder soñar con una vida digna. Para decirle al gobierno represor y antiobrero ¡ya basta!
Si no fuera por esa dignidad y su conciencia de clase como trabajadores agremiados en un sindicato que nació al fragor de la Revolución Mexicana, quizás los cálculos de Calderón y Lozano se hubieran cumplido. Apostaron a una salida violenta y represiva en las primeras horas, días y semanas del golpe fascista. Calcularon que la dignidad electricista podía vencerse a través de una campaña mediática de linchamiento y satanización y una liquidación voluntaria con premio adicional.

El fracaso de la guerra de exterminio en contra del SME está a la vista. Los apagones, fallas, disturbios eléctricos, siguen creciendo en la zona atendida por Luz y Fuerza del Centro. Las empresas contratistas de CFE han mostrado hasta la saciedad su incapacidad para garantizar el suministro normal de energía eléctrica. Cada día que pasa las mentiras de Calderón van saliendo a flote y el ocultamiento deliberado de información para no perder el juicio de amparo promovido por el SME debe ser valorado por la SCJN. La campaña para acusar al SME de sabotaje viene a menos, enterada la opinión pública de que el sabotaje lo propicia el gobierno federal con su impericia y falta de atención a las 22 zonas críticas de LFC. Por el contrario, a más de siete meses del golpe artero, lo que brilla en el Zócalo de la ciudad de México es la dignidad electricista, expresada en la huelga de hambre masiva.

¡EL SME SE QUEDA, CALDERÓN SE VA¡

¡EL SME SE QUEDA, CALDERÓN SE VA¡


Criminalizar la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y acusarlos de sabotaje a la red eléctrica, pone al descubierto la estrategia represiva de la camarilla encabezada por Felipe Calderón.

Desaparecer al SME y desarticular al Sindicato Minero aplastando a los compañeros de Cananea, es el primer paso de un plan del empresariado para precarizar de una vez por todas, las condiciones de vida y de trabajo de los empleados públicos, de telefonistas, petroleros, minero-metalúrgicos, electricistas y transportistas, entre otros. Es el primer paso de su verdadero programa anti crisis de carácter patronal, del proyecto para generalizar y profundizar la pobreza, así como concluir la entrega de los bienes naturales y humanos de la nación mexicana, a multinacionales y gobiernos extranjeros, al español y al estadounidense, en primer término.


Calderón y su camarilla de vendepatrias saben que el desmantelamiento de los pocos derechos sociales y de los últimos resquicios de soberanía nacional que nos quedan, únicamente puede prosperar sí culminan la implantación de su dictadura cívico-militar, mafiosa y terrorista. Las reformas reaccionarias en el terreno laboral, educativo, judicial, de las comunicaciones y de la seguridad nacional son parte de una guerra global en contra del pueblo de México, contra sus mujeres y hombres, contra sus jóvenes y niños, en un país en el que 30 ricos de la calaña de Slim, Azcárraga, Salinas o Larrea, pretenden quebrarnos la esperanza, toda tentación de futuro.


La guerra intermafias del señor Calderón, con casi 30 mil víctimas entre asesinados y desaparecidos, la Iniciativa Mérida, la militarización del espacio nacional, la represión tipo San Salvador Atenco o San Juan Cópala y los asesinatos de Pasta de Conchos, Cd. Juárez y de tantos mexicanos, migrantes o no, a manos de policías, militares y bandas de criminales protegidos por el Estado Mexicano, son la otra cara de la guerra social. De una que en tres años de dictadura calderonista generó 10 millones de nuevos pobres, incrementó a tres millones de desempleados más, y la caída de los ingresos de la mayoría de los mexicanos en alrededor de un 30 por ciento. Entre las víctimas más destacadas de esa guerra librada por el gran capital contra nosotros, destacan las mujeres y 7 millones de jóvenes que carecen de empleo y escuela.


Acusar de sabotaje al SME constituye un hecho de graves consecuencias para todos los mexicanos. Una vuelta de tuerca en la línea de la dictadura cívico-militar, un paso hacia la completa instalación de la violencia y el terror, donde los principios éticos más elementales puedan ser violados cínicamente, al estilo de gente como Calderón o Lozano. Sólo por nombrar a dos de los personajes más corrompidos, entre los muchos que abundan en la clase política y la casta de los grandes empresarios.

Queda claro compañeras y compañeras ¡o son ellos o somos nosotros! No hay término medio. No hay posibilidad de enfrentar el desastre nacional, de parar y hacer retroceder las reformas neoliberales, más que sacando del gobierno y del poder a los responsables del desastre nacional; más que refundando la nación desde el pueblo, desde las tradiciones de Hidalgo, Mina, Morelos, Juárez, Magón, Villa, Zapata, Lázaro Cárdenas, Breña Alvírez, Jaramillo, Vallejo y Othon Salazar.


El despeñadero está a la vista y promete ser más catastrófico que todo lo vivido en el último siglo.


La crisis actual es, en muchos sentidos, la más grave en toda la historia de las sociedades capitalistas, al igual que la crisis del estado-nación mexicano. Requerimos de propuestas que estén a la altura de los retos. Las luchas de los últimos años enseñan que no bastan las batallas gremiales, puramente económicas, ni tampoco las de carácter local o incluso sectoriales. Hace ya tiempo que las viejas formas de organización y lucha, no responden con eficacia a la guerra global y a la determinación de nuestros enemigos, de hacernos retroceder a condiciones de servidumbre colonial y esclavitud que creíamos superadas. Separar lucha económica de la lucha política y cultural como hizo el viejo anarcosindicalismo conduce a la derrota.

Desde nuestra opción de lucha política, civil y constitucional, a la guerra global del enemigo debemos responder con una estrategia equivalente, colocando en el centro de las disputas, la lucha por la construcción del poder popular, la liberación nacional y la toma del poder. Sólo de esta manera podremos operar como un gran ejercito civil, social y político, que es capaz de concentrar sus fuerzas en el punto que exija la marcha general de la batalla contra nuestros adversarios. Únicamente de ese modo, tendremos oportunidad de trascender los egoísmos y sectarismos que alimentan nuestras derrotas.


En el momento actual la huelga de hambre del SME y la lucha que ellos protagonizan, es el punto central del frente de batalla, de la guerra social que libramos las fuerzas populares y progresistas contra el gobierno espurio y los capitales trasnacionales: CARSO, TELEVISA, TV AZTECA, CEMEX, IBERDROLA, GAS NATURAL, REPSOL, HALLIBURTON y muchas más.

La posibilidad de articular un frente común y varias líneas convergentes de combate radica en reconocer esta realidad y actuar en consecuencia. Es decir, conjuntando las luchas más importantes del momento y las fuerzas de las que disponemos alrededor del punto central del combate. En este caso, la huelga de Cananea y la resistencia minera, la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación, los compañeros de San Juan Cópala y de San Salvador Atenco además de la huelga de hambre del SME, pueden concitar la indignación y el coraje de amplios sectores hastiados con el proceder del gobierno.

Para que así ocurra, los aquí reunidos, representantes de la Asamblea Nacional de la Resistencia Popular y del Congreso Social Hacia una Nueva Constituyente estamos comprometidos en la pelea por echar al usurpador Felipe Calderón, cabeza visible de quienes engendraron la catástrofe nacional.


¡Que se vaya Calderón¡ ¡Que se vayan todos los neoliberales! Para conmemorar el Bicentenario del inicio de la Guerra de independencia y el Centenario del arranque de la Revolución Mexicana, enarbolando nuestro Proyecto de Nación Alternativo al Neoliberalismo.


El Congreso Social Hacia la Nueva Constituyente aprobó en su asamblea fundacional del 5, 6 y 7 de febrero del año en curso, desarrollar una campaña para la destitución de Calderón que concluiría en una primera fase con una Consulta Nacional los días 22,23 y 24 de mayo en la que todos nos comprometimos a instalar mesas de consulta.


En días recientes se afinó una propuesta de la segunda fase de la campaña ¡Fuera Calderón! En ella se plantea avanzar hacia la realización de un juicio político contra el espurio, que consta de dos aspectos o procesos:


El primero, consiste en la organización formal de un comité de abogados, legisladores y personalidades del movimiento social, civil y político que preparen la iniciativa de juicio político a Calderón por violaciones al orden constitucional y traición a la patria, a la par que se presenta un proyecto que incluya el tema de la revocación de mandato en la Constitución, entre otros, que tienen que ver con la democracia participativa.

El Segundo proceso, incluye una serie de juicios populares en las plazas públicas del país a partir de julio-agosto y que culminarían con un gran juicio popular el primero de septiembre. Además se instrumentaría una campaña nacional de firmas, casa por casa, para aumentar el número de adhesiones a la exigencia de destitución de Calderón.


Esa propuesta, de aprobarse, se articulará con el Plan de Acción que se bosquejó para llevarse a cabo en los próximos días.


Propuesta de plan de acción:


1.- Reforzar la huelga de hambre del SME, con ayunos y movilizaciones en todos los estados de la República.

2.-Instalación de campamentos magisteriales y de grupos populares junto a la huelga de hambre.

3.- Aprovechar la movilización para visibilizar otras luchas, en particular la de Cananea, ABC de Hermosillo, San Juan Copala, Atenco, Candelaria y la consulta de revocación de mandato, entre otras.

4.- Participar en todo el país en la Consulta los días 22, 23 y 24 de mayo, y continuar la consulta bajo cualquier forma, hasta el 30 de junio.

5.- Movilización Nacional Magisterial y popular en la Cd. de México el 24 de Mayo, de la Glorieta de Colón al Zócalo a las 16 Hrs.

6.- Participar en el Paro Nacional de Transportistas el primero de julio.

7.- Esta Asamblea acuerda convocar al Congreso Social para determinar las siguientes fases hasta su realización.


Atentamente


ASAMBLEA NACIONAL DE LA RESISTENCIA POPULAR


CONGRESO SOCIAL HACIA UNA NUEVA CONSTITUYENTE